En el siguiente artículo les hablaremos sobre el vino crianza, sus propiedades, ingredientes y qué lo hace tan especial y diferente a otros vinos, además de también decirles dónde pueden adquirirlo y cuáles son las mejores variedades.
¿Qué es un vino crianza?
Primero debemos mencionar, para quiénes no se hallan sumergidos en el mundo de los vinos, qué es exactamente un vino de crianza.
Este es un tipo de vino que pasa un proceso de envejecimiento específico mientras se elabora, en el caso de vinos tranquilos, esta crianza se desarrolla en dos etapas, la primera en la cual el vino es colocado en barriles de madera de roble al momento de que se haya terminado la fermentación y la segunda, en donde se mantiene dentro de la botella en condiciones de temperatura, humedad e iluminación controladas.
En varios países a nivel mundial, el criterio más importante para clasificar vinos tintos, blancos y rosas es, usualmente, la variedad de uvas que se usa en la elaboración de los mismos.
En Europa, en los países que tienen tradiciones vinícolas antiguas, como Francia o Italia, la mayoría de las ocasiones se visitan lugares específicos en donde se encuentran pagos a partir de los cuales se crean los vinos.
En España, a diferencia de otras formas de clasificación de vinos a nivel mundial, la manera más amplia de clasificarlos es con los tiempos de maduración.
Así pues, en esta forma de clasificación en la que son elaborados tanto vinos tintos como blancos y rosas, podemos hallar vinos jóvenes, de crianza y vinos de reserva y también de gran reserva.
Para poder entender de manera correcta que es un vino de crianza, primero debemos saber cuáles son las principales características de este tipo de vino en el proceso de envejecimiento.
También hablaremos sobre cómo el proceso de crianza influencia, cuando es momento de determinar tanto la cata como las características de la organogenia de distintos vinos.
¿Cómo se clasifican los vinos dependiendo del tiempo de crianza?
Como es conocido comúnmente, luego de que se hagan los trabajos de vendimia y los que involucran la extracción del mosto, el mismo se lleva a los llamados depósitos de fermentación, donde se transforma en el jugo de la uva en vino.
Este proceso sucede por la acción causada en las levaduras, que se alimentan del azúcar que contienen las uvas de manera natural, para producir alcohol etílico y dióxido de carbono.
A pesar de que las fallas de este tipo de fermentación van a variar dependiendo del tipo de vino que se vaya a elaborar, tinto, rosa o blanco, técnicamente desde este momento se puede decir que ya tenemos un vino.
En la mayor parte de los casos aún queda un proceso bastante largo antes de que este vino se desarrolle, junto con todos los matices de color, olor, sabor y textura, los cuales serán parte del producto final una vez que llegue a nuestro consumo.
Los matices y la complejidad del sabor que son dados al vino, vienen precisamente del proceso de envejecimiento. Un proceso que cambia dependiendo de los diferentes vinos elaborados.
Para que sea más fácil de comprender tomaremos un caso particular y nos centraremos en la clasificación de los vinos según su crianza, según las pautas que se certifican en la llamada Denominación de Origen Calificada Rioja. De esta forma seremos capaces de conversar sobre vinos tanto genéricos, como de Crianza, Reserva y también, claro, Gran Reserva.
Para los propósitos de este artículo y, como su título lo indica, nos centraremos más que todo en los vinos Crianza, cuyas propiedades características serán detalladas a continuación.
Vinos Crianza
Cuando se trata del caso particular de los vinos tintos Crianza de la Denominación de Origen Rioja, el tiempo de envejecimiento de los mismos es de mínimo dos años, donde al menos uno de ellos debe pasarlo en barriles de roble.
Esto, claro, cuando hablamos de los vinos tintos, cuando se habla de vino rosado o blanco, el tiempo de envejecimiento es reducido a un mínimo de 6 meses.
Es durante este período en el barril, permite que al contacto del vino y la madera se produzca un proceso de microoxigenación que causa una oxidación bastante lenta y controlada en el vino.
Ambos factores hacen que las cualidades organolépticas del vino se vayan modificando y desarrollen aromas más complejos y llenos de sutileza, estos son llamados aromas terciarios del vino, probablemente le suenen familiares, por ejemplo, tostados, a madera o a especias. Aún así, no se pierden los matices florales y frutales del vino joven.
A su vez, el color del vino también evoluciona, pierde un ligero brillo y los reflejos violetas que poseen los jóvenes, así, el vino tinto de crianza suele ser de un rojo cereza bastante intenso y con una profundidad característica. Cuando se trata de los blancos, estos toman matices ligeramente más dorados.
Cuando se trata de los sabores y la textura que adquieren los vinos de crianza, estos son más equilibrados y tienen más estructura, logran obtener más cuerpo y taninos que recuerdan al terciopelo y lucen elegantes, estos suelen ser llamados vinos redondos.
Concluimos de manera acertada gracias a este análisis, que la crianza del vino es integral para que podamos determinar sus características organolépticas, el grupo de cualidades que logran definir tanto su olor, como su sabor y su color y textura.
Podemos decir que los vinos crianza son ejemplos perfectos de un equilibrio entre la frescura característica de los vinos jóvenes y la elegancia del aroma de un vino maduro, como los Reserva y los Gran Reserva. Es así, que los vinos Crianza son maravillosos para probarse en un gran rango de ocasiones, pues puede apreciarse en el mismo nivel aromas primarios, secundarios y terciarios, sin que se quiten el protagonismo unos de otros, haciéndolos vino muy equilibrados.
Sabemos que los vinos son un tema bastante amplio cuando se trata de precios. Un vino de crianza se encuentra en un rango que se amplía desde los 26.65 euros hasta los 65,20 euros, e incluso más, pero creemos que vale la pena dada la increíble calidad del vino de crianza.
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