Crees que todo el mundo es mejor que tú. Más inteligentes, más hermosos, más ingeniosos… El complejo de inferioridad tiene un poder tremendo. Complica la vida y destruye la confianza en uno mismo. Sin embargo, es importante mirarte a ti mismo con amor, cuidado y honestidad, darte cuenta de tus propios recursos y aceptar tus propias limitaciones.
¿De dónde viene el complejo de inferioridad?
El sentimiento de ser inferior a los demás puede acompañar a todos de vez en cuando, pero algunos lo sienten prácticamente todo el tiempo, en diversas áreas de la vida. La infancia tiene la culpa de todo: las personas que luchan con un complejo de inferioridad, con frecuencia no han recibido la dosis suficiente de amor y atención por parte de sus padres o tutores.
Si la relación con la madre, el padre o el tutor fue segura, estable y cálida, entonces la persona se convence de que es importante y valiosa.
El problema surge cuando un adulto impone demasiadas demandas a un niño, mismas que no puede cumplir.
Se desarrolla un sentimiento de inferioridad cuando el amor de los padres depende, por ejemplo, de las buenas notas o de si el padre puede presumir de tener un hijo. El niño nota que si hace «esto» o «aquello», la gente lo amará, lo valorará y lo respetará.
Las personas con complejo de inferioridad suelen tener problemas con la elección correcta de una pareja: suelen elegir a la primer persona con la que se encuentran, por temor a que nadie más los quiera. Es lo mismo con las amistades. Una persona que se considera inferior evitará los contactos con otras personas o, por el contrario, buscará la compañía y la atención de alguien, dará más en una relación de lo que tomó, se pondrá en segundo lugar.
El complejo también dificulta seriamente la vida profesional. Sentimos que nuestro trabajo y posición en la empresa son de poco valor. Estas personas tienen miedo de decir «es mi mérito» en el trabajo. Se sienten avergonzados, ansiosos de que se cuestione su éxito. Así mismo, es difícil para ellos pedir un aumento o una promoción.
Sin embargo, el sentimiento de inferioridad también puede tener un lado positivo y motivarnos a desarrollarnos, a combatir aquellas cualidades que no aceptamos en casa. Es una bendición oculta. Sentirse inferior te ayuda a seguir adelante. Luchar por una ventaja sobre los demás nos hace trabajar más duro para superar los sentimientos de impotencia y desamparo. Sin embargo, esto funciona siempre y cuando nuestro complejo no sea abrumador. De lo contrario, incluso completar otro posgrado o perder 20 kilogramos hará que encontremos algo en nosotros mismos que nos hará sentir un escalón por debajo de los demás.
¿Cómo combatirlo?
– Es importante mirarte a ti mismo con amor, cuidado y honestidad, darte cuenta de tus propios recursos y aceptar tus propias limitaciones.
Si consideramos a un colega en el trabajo más lindo y a nuestro colega más guapo, preguntémonos: ¿qué me hace pensar eso? Puede que resulten ser solo nuestras ilusiones. Después de un análisis exhaustivo del asunto, podemos llegar a la conclusión de que un amigo o colega no solo no nos supera en apariencia, sino que también se ve bastante normal.
Ten en mente que nadie puede hacernos sentir inferiores sin nuestro consentimiento. El que nos sintamos inferiores suele estar simplemente en nuestra cabeza. Debemos ser nuestro punto de referencia.